Bruxismo con Toxina Botulínica
El tratamiento del bruxismo con toxina botulínica ha ganado popularidad como una solución efectiva para quienes padecen este trastorno, caracterizado por el rechinamiento involuntario de los dientes o el apretamiento de la mandíbula.
Además de causar desgaste dental, el bruxismo puede provocar dolor en la mandíbula, dolores de cabeza y trastornos del sueño.
La toxina botulínica, conocida comúnmente como Botox, actúa relajando los músculos maseteros y temporales, principales responsables del apretamiento y rechinamiento asociados con el bruxismo.
Al inyectar pequeñas dosis de toxina en estos músculos, se reduce su actividad excesiva, aliviando así los síntomas del bruxismo, especialmente durante la vigilia.
El procedimiento es rápido y se realiza en el consultorio del especialista.
Es mínimamente invasivo, lo que permite a los pacientes retomar sus actividades diarias casi de inmediato.
La mayoría experimenta una notable mejoría en los síntomas del bruxismo en pocos días.
Además de aliviar los síntomas del bruxismo, el tratamiento con toxina botulínica puede tener efectos estéticos positivos. Puede conducir a una apariencia más relajada y rejuvenecida del rostro, ya que los músculos tensos se relajan.
En muchos casos, también puede reducir el ancho de la mandíbula, dando lugar a un contorno facial más suave.
Es fundamental consultar siempre con un especialista en trastornos temporo-mandibulares para determinar la idoneidad de la toxina botulínica como tratamiento.
Se debe identificar la patología específica del trastorno y evaluar la mejor opción terapéutica para cada paciente.
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